miércoles, 16 de agosto de 2017

La Inquisición en Navarra Persecuciones de brujas


La Inquisición en Navarra
Persecuciones de brujas

      La Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos. Es decir, todo lo que pudiera amenazar a la forma de vida según las leyes católicas de la Santa Iglesia, era perseguido, torturado y eliminado, siempre bajo las ordenes y el control directo de la monarquía.

Vestimenta de inquisidores
 
Sin embargo, esta institución no es una creación española, sino que es la adopción de una institución persecutoria de la herejía albigense en el sur de Francia a finales del siglo XII. Sin embargo, la propia Inquisición mantenía una actitud escéptica en lo relacionado con los casos de brujería, ya que creían que eran meras supersticiones sin fundamento.

        Durante los siglos XVI y XVII aproximadamente entre 1609 y 1614, las gentes de los pueblos navarros como las de tantos otros llevaban una vida tranquila y sencilla siendo personas mucho más temerosas de Dios que hoy en día. Esta sencillez y tremenda devoción, provoca entre otros factores que cualquier cosa, circunstancia o incluso desastre natural puede poner en peligro sus creencias y su forma de vida. También eran unos tiempos duros y oscuros en los que la gente rogaba y rezaba a diario ya que las instituciones les obligaban a seguir unos patrones de comportamiento. Por este motivo, cualquier persona podía ser acusada de practicar brujería, y era torturada y muy comúnmente quemada. Una persona podía acusar a otra por simples motivos tales como que una vecina no fuera de su agrado, o porque unas desfavorables condiciones climáticas han arruinado una cosecha, o porque no se peina o no viste acorde con las costumbres de la época, o se han dado casos de que acusaron a personas por ser demasiado viejas y arrugadas.

      Zugarramurdi, pasó a la historia por ser la localidad más perseguida por la Inquisición. Casi sesenta localidades navarras fueron visitadas por los funcionarios de la Inquisición, y unas 300 personas fueron acusadas de brujería.  En principio el pueblo arregló de manera civilizada el problema de las brujas. A los acusados se les dio la oportunidad de ser absueltos, compareciendo en la iglesia, pidiendo perdón por sus actos y prometiendo no volver  a practicar brujería. Todo hubiera quedado aparentemente en calma, de no ser porque alguien alertó a la Inquisición. El Inquisidor “Alvarado”, se llevó a los acusados más sospechosos, 31 en total, a Logroño donde fueron torturados y juzgados. Tubo lugar entonces, el famoso Auto de Fe que concluyó en 1610. Por mediación de las torturas previas, descubrieron un sin fin de acusaciones inventadas, vecinos envidiosos, cosechas perdidas y demás, sin olvidar la posible existencia de ritos no desterrados por el cristianismo y que aún se conservarían. Durante los dos años del proceso, 11 personas fueron condenadas a la hoguera (6 en vida y 5 ya fallecidas en la cárcel). Zugarramurdi dependía de la jurisdicción criminal del Monasterio de Urdazubi hasta 1667, por lo que cabe intuir que el pueblo fue blanco de un poderoso ataque por parte de éstos.

      Otra localidad con numerosas persecuciones fue Auritz/Burguete de la mano de el licenciado Balanza, conocido como “Torquemada navarro”, el cual condenó a la hoguera a cinco brujos.
En 1575, Mari Juana vecina de Anocíbar (valle de Odieta), fue condenada a la hoguera, acusada por bruja por el párroco de la zona, quien aseguraba que en la cueva Alli o de Belcebú, se reunía con otros brujos de los valles de Larraun y Araitz.
Mesa del inquisidor Alonso de Salazar Frías
En 1611, el Inquisidor Salazar visitó la ermita de san Miguel en Doneztebe/Sanesteban (Valle de Malekerra), para purificarla ya que estaba informado de que allí se celebraron numeroso aquelarres.
Uno de los personajes más populares de la brujería navarra fue el brujo Johanes. Nació en Bargota y ejerció de clérigo en su iglesia, la Iglesia de Santa María. Se dice que era brujo y que también en esta iglesia realizaba prácticas de brujería.

martes, 15 de agosto de 2017

Leyenda de las Brujas de Zugarramurdi


Leyenda de las brujas de Zugarramurdi


Zugarramurdi 

      Una bruja es por un lado un ser respetado y venerado con poderes especiales, por ejemplo una persona sabia a la que acudir para pedir consejo, o una persona conocedora de las plantas y elementos naturales curativos. Pero por otro lado, una bruja es una persona que pacta con el diablo y además de participar en reuniones demoníacas, tiene el poder de proferir maldiciones y males de ojo. Este último aspecto, es desgraciadamente el que les dio fama de persona malvada non grata.

      Lo que principalmente caracterizaba a la bruja aparte de la hechicería, era su comunión, pacto o trato con el diablo. Según se extrae de las declaraciones de los apresados en Zugarramurdi, el maestro o maestra preparaba y acompañaba al novicio hasta la reunión para su ceremonia de ingreso. La persona interesada, debía renegar de Dios, del bautismo y de su fe. El demonio la aceptaba y le mandaba hacer todo el mal que pudiese mientras el iniciado le besaba debajo de la cola. El diablo le marcaba con la uña y le entregaba como guardián o consejero, un sapo vestido para cuidar y dar de comer. Las cruces de piedra que fácilmente encontramos en los caminos de esta zona, en principio se colocaban allí para proteger los caminos, pero se dice que eran también puntos de encuentros de las brujas. Otra de las costumbres más conocidas, eran los aquelarres. Esta palabra es originaria de los prados de Zugarramurdi. En euskera, “akelarrea” significa “prado del macho cabrío”. Según confesiones de acusados por brujería, los aquelarres eran reuniones macabras y obscenas presididas por una figura diabólica mitad hombre, mitad macho cabrío, donde nuevos y viejos brujos juraban hacer el mal y se sumergían en una desenfrenada fiesta de sexo, comida y baile. Tradicionalmente se cogían de la mano formando un circulo alrededor de la hoguera y comenzaban el baile hacia la izquierda.

      Las localidades de Urdazubi/Urdax, Zugarramurdi, Bertiz, Arraioz y las Cinco Villas, constituyen uno de los epicentros de la brujería. Concretamente en Zugarramurdi se encuentran la cueva de Sorginen Leizea (de las brujas) y el prado Berroscoberro, lugar donde se dice que el diablo pactaba con sus fieles en los aquelarres. Muy cerca, en Urzabi/Urdax, se sitúan las espectaculares cuevas de Ikaburu, que están unidas por un sendero señalizado de unos cuatro kilómetros con las cuevas de Zugarramurdi.
Cueva de Sorginen Leizea

      Auritz/Burguete, Orreaga/Roncesvalles, Ochagabía, Burgui y Vidángoz, situadas en los Valles de Roncal y Salazar al noreste de Navarra, es otra de las rutas con importante actividad de persecuciones a las brujas. El bosque de Sorginaritzaga o robledal de las brujas, a los pies de Roncesvalles y el bosque de Basajaumberro, son enclaves que albergan camino de Santiago, pero también en ellos se reunían las brujas para celebrar aquelarres. No podemos olvidar, que muy cerca de allí se encuentra la selva de Irati que servía a las brujas para el mismo fin, al igual que el paraje de Muskilda, en Ochagavía.

Bosque de Sorginaritzaga  Cruz blanca/de Roldán
 

      Hoy en día, se conserva la tradición de poner una flor de cardo en la puerta de entrada a algunos domicilios. Se decía que las brujas no podían acceder si la flor de cardo estaba en la puerta, ya que para conseguir entrar tenían que quitarle todas las espinas. Esta flor, consta de tantas espinas, que el gallo empezaba a cantar, por lo que pronto amanecería y finalmente a la bruja no le daba tiempo de terminar tan laborioso cometido para poder acceder a la vivienda.


Puerta en Etxalar
Vivienda en Etxalar