martes, 15 de agosto de 2017

Leyenda de las Brujas de Zugarramurdi


Leyenda de las brujas de Zugarramurdi


Zugarramurdi 

      Una bruja es por un lado un ser respetado y venerado con poderes especiales, por ejemplo una persona sabia a la que acudir para pedir consejo, o una persona conocedora de las plantas y elementos naturales curativos. Pero por otro lado, una bruja es una persona que pacta con el diablo y además de participar en reuniones demoníacas, tiene el poder de proferir maldiciones y males de ojo. Este último aspecto, es desgraciadamente el que les dio fama de persona malvada non grata.

      Lo que principalmente caracterizaba a la bruja aparte de la hechicería, era su comunión, pacto o trato con el diablo. Según se extrae de las declaraciones de los apresados en Zugarramurdi, el maestro o maestra preparaba y acompañaba al novicio hasta la reunión para su ceremonia de ingreso. La persona interesada, debía renegar de Dios, del bautismo y de su fe. El demonio la aceptaba y le mandaba hacer todo el mal que pudiese mientras el iniciado le besaba debajo de la cola. El diablo le marcaba con la uña y le entregaba como guardián o consejero, un sapo vestido para cuidar y dar de comer. Las cruces de piedra que fácilmente encontramos en los caminos de esta zona, en principio se colocaban allí para proteger los caminos, pero se dice que eran también puntos de encuentros de las brujas. Otra de las costumbres más conocidas, eran los aquelarres. Esta palabra es originaria de los prados de Zugarramurdi. En euskera, “akelarrea” significa “prado del macho cabrío”. Según confesiones de acusados por brujería, los aquelarres eran reuniones macabras y obscenas presididas por una figura diabólica mitad hombre, mitad macho cabrío, donde nuevos y viejos brujos juraban hacer el mal y se sumergían en una desenfrenada fiesta de sexo, comida y baile. Tradicionalmente se cogían de la mano formando un circulo alrededor de la hoguera y comenzaban el baile hacia la izquierda.

      Las localidades de Urdazubi/Urdax, Zugarramurdi, Bertiz, Arraioz y las Cinco Villas, constituyen uno de los epicentros de la brujería. Concretamente en Zugarramurdi se encuentran la cueva de Sorginen Leizea (de las brujas) y el prado Berroscoberro, lugar donde se dice que el diablo pactaba con sus fieles en los aquelarres. Muy cerca, en Urzabi/Urdax, se sitúan las espectaculares cuevas de Ikaburu, que están unidas por un sendero señalizado de unos cuatro kilómetros con las cuevas de Zugarramurdi.
Cueva de Sorginen Leizea

      Auritz/Burguete, Orreaga/Roncesvalles, Ochagabía, Burgui y Vidángoz, situadas en los Valles de Roncal y Salazar al noreste de Navarra, es otra de las rutas con importante actividad de persecuciones a las brujas. El bosque de Sorginaritzaga o robledal de las brujas, a los pies de Roncesvalles y el bosque de Basajaumberro, son enclaves que albergan camino de Santiago, pero también en ellos se reunían las brujas para celebrar aquelarres. No podemos olvidar, que muy cerca de allí se encuentra la selva de Irati que servía a las brujas para el mismo fin, al igual que el paraje de Muskilda, en Ochagavía.

Bosque de Sorginaritzaga  Cruz blanca/de Roldán
 

      Hoy en día, se conserva la tradición de poner una flor de cardo en la puerta de entrada a algunos domicilios. Se decía que las brujas no podían acceder si la flor de cardo estaba en la puerta, ya que para conseguir entrar tenían que quitarle todas las espinas. Esta flor, consta de tantas espinas, que el gallo empezaba a cantar, por lo que pronto amanecería y finalmente a la bruja no le daba tiempo de terminar tan laborioso cometido para poder acceder a la vivienda.


Puerta en Etxalar
Vivienda en Etxalar

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